"Las balas cambian los gobiernos mucho más rápidos que los votos"

 

Guerra en Ucrania: 

2 años de un conflicto que no cesa...


Guerra en Ucrania: 2 años de un conflicto que no cesa.


2022: inicio del conflicto

   El 26 de febrero, solo dos días después del comienzo de la invasión rusa a Ucrania, Naciones Unidas contabiliza casi 400 heridos y 100 muertos entre la población civil. Un día después, al menos 368.000 personas huyeron a países vecinos con la asistencia de ACNUR.

   El 1 de marzo, las agencias de la ONU, lanzan el primer llamamiento a la ayuda humanitaria por el que esperan asistir a 6 millones de ucranianos refugiados y desplazados, entre marzo y mayo y para lo que son necesarios 1.100 millones de dólares.

    Según pasan las semanas, las cifras no paran de aumentar y tan solo dos meses después del inicio del conflicto, más de 5 millones de ucranianos, casi en su totalidad mujeres y niños, ya han huido para refugiarse en países vecinos. La necesidad de ayuda humanitaria urgente se dispara hasta los 24 millones de personas. Ya hay 7,7 millones de desplazadas internas en el país y se estima que, a finales del año, 8,3 millones de ucranianas y ucranianos habrán huido del país.

    El 1 de agosto se revisan las necesidades para Ucrania por parte de la ONU y ascienden a 4.300 millones de dólares.


2023: el año de la ayuda humanitaria

    En enero de 2023, ACNUR lanza su plan de respuesta para la crisis en Ucrania para atender a más de 4 millones de personas refugiadas en países vecinos. ACNUR ya cuenta, a 1 de febrero con 320 trabajadores y trabajadoras ayudando a la población dentro de Ucrania (en enero de 2022 apenas eran 73) y otros 404 en los países de la región.

    La ONU estima que casi 9 millones de ucranianos y ucranianas han abandonado el país, de ellos, 4,2 millones han pedido protección internacional y refugio en países vecinos.

    El 25 de mayo, la cifra de desplazados internos dentro de Ucrania se sitúa en los 5 millones de personas. A fecha de 26 de septiembre, la cifra de refugiados ucranianos que habían huido a otros países ascendió a 6,2 millones.

    A lo largo de 2023, ACNUR asistió en Ucrania a 2,63 millones de personas, de entre los cuales 1,48 millones de personas recibieron múltiples servicios de protección y casi 900.000 personas recibieron ayuda en efectivo, entre otras formas de asistencia.


2024: la esperanza de un alto el fuego

    El 16 de enero, ACNUR lanza su plan de respuesta para la operación de 2024. Se necesitan un total de 993,3 millones de dólares para atender a 2,7 millones de personas dentro de Ucrania y a 700.000 refugiados en los países vecinos. El 25 de enero, el Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi, visitó las zonas más afectadas de Ucrania y las operaciones de atención de ACNUR para los desplazados internos en el país. En su cuarta visita al país desde que empezó la invasión, hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que siga apoyando la respuesta humanitaria y de emergencia del ACNUR en el país.

    ACNUR y sus socios en colaboración con el gobierno de Ucrania y las autoridades locales y regionales, han reparado más de 27.500 viviendas en todo el país. Además, más de 270.000 personas adicionales han recibido también kits de refugio de emergencia, que les permiten reparar rápidamente los daños leves sufridos por sus viviendas.

    Actualmente hay 6,4 millones de personas refugiadas de Ucrania registradas en todo el mundo y 3,7 millones de desplazadas internas dentro del país.

    Mientras que, en 2023, 17,6 millones de ucranianos y ucranianas necesitaron asistencia humanitaria y protección, se estima que, en 2024, serán unos 14,6 millones lo que la necesitarán. También se espera que unos 5,9 millones de refugiados sigan buscando protección en países de toda Europa. Para responder a sus necesidades, ACNUR solicita 993,3 millones de dólares: 599 millones para Ucrania y 394,3 millones para los países de acogida de refugiados.


Un conflicto estancado

    Los ataques de las fuerzas rusas continuaron en toda Ucrania durante las dos primeras semanas de febrero, siendo el oblast de Zaporizka (sureste de Ucrania) una de las regiones más afectadas. Durante ese periodo, las autoridades ucranianas registraron más de 1.500 ataques contra más de 570 ciudades y pueblos, en los que murieron 12 civiles y 60 resultaron heridos.

    ACNUR advierte de que la población civil está sometida a una inmensa tensión psicológica y física con bombardeos continuos y ataques selectivos contra las infraestructuras que perturban su vida cotidiana.

    De momento, la guerra sigue y no parece tener un final cercano a la vista. Un año en el que hay muchos conflictos abiertos en el mundo y la situación internacional es muy complicada. En países como Ucrania, además del conflicto, se une las consecuencias del duro invierno propio de lugares como este. Las personas que siguen viviendo allí se enfrentan a temperaturas por debajo de los cero grados en casas destruidas por las bombas, falta de electricidad y en muchas ocasiones, fuera de sus hogares y sin medios para hacer frente al frío.



Sudán: la emergencia humanitaria 
que no cesa

    El país está viviendo una espiral de violencia desde el 15 de abril de 2023 cuando se iniciaron los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Más de ocho meses después, el conflicto, lejos de terminar, se ha intensificado, especialmente desde el 15 de diciembre cuando Wad Madani, la segunda ciudad más grande de Sudán cayó en manos de las paramilitares RSF.

    La violencia que sufre la población de Sudán por estos enfrentamientos desde abril del año pasado ha provocado que más de 7 millones de personas se hayan visto obligadas a huir de sus hogares. De esa cifra, que no deja de crecer, más de 5,5 son personas desplazadas internamente que no han llegado a cruzar fronteras. Los que sí lo han hecho llegan a países vecinos como Chad, Etiopía, República Centroafricana, Sudán del Sur o Egipto que ya están sufriendo condiciones muy complicadas y que ahora reciben a las personas refugiadas que huyen de Sudán.

    Según los informes, las principales rutas de salida de Wad Madani, Tamboul y Hasahisa están casi completamente bloqueadas para los civiles que intentan huir, tal y como señalan los equipos del sector de Protección de ACNUR en Sudán.

    Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) entre 250.000 y 300.000 personas han sido desplazadas de Wad Medani y las zonas vecinas, muchas de las cuales ya habían huido de Jartum y sus alrededores en enfrentamientos anteriores. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el estado de Gezira acoge a cerca de 500.000 desplazados internos en más de 1.300 localidades. En este estado, los enfrentamientos están poniendo en peligro a la población civil y se les estaba impidiendo salir con seguridad de las zonas afectadas por el conflicto.

    El Grupo Sectorial de Protección de ACNUR instó a todas las partes en el conflicto a tomar todas las precauciones posibles para proteger a los civiles y permitir que los que deseen huir de las zonas de conflicto puedan hacerlo en condiciones de seguridad.


https://eacnur.org/es/actualidad/noticias


Emergencia humanitaria en 
República Democrática del Congo: 
500.000 personas desplazadas


    El escenario actual que vive el país es el resultado de décadas de conflictos e inseguridad que han tenido un impacto devastador en el desarrollo económico y social en la población. Desde octubre de 2023 se han desplazado de sus hogares al menos 500.000 personas, de las cuales de estima que el 44 % no han recibido ninguna ayuda humanitaria bien porque se encuentran en zonas inaccesibles por la inseguridad o por el difícil acceso.

    Hay que tener en cuenta que la ayuda humanitaria es vital para la supervivencia de la población en el segundo país más grande África y en el que viven más de 26 millones de personas en situación de necesidad.

    La República Democrática del Congo tiene 6.3 millones de personas desplazadas dentro del país, principalmente en las provincias de Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur. Más de un millón están fuera del país, la gran mayoría están en Uganda pero también en Tanzania, Burundi, Sudáfrica, Malawi, Ruanda, Zambia, Kenia. En total son 20 países en los que hay refugiados congoleños, por lo que esta crisis afecta a toda la región.

    Por otro lado, el país acoge a 522.260 refugiados y solicitantes de asilo, que vienen principalmente de la República Centroafricana, Ruanda, Sudán del Sur y Burundi.


    Una crisis humanitaria sin precedentes.

    Esta es una de las crisis humanitarias más grandes del mundo y, sin embargo, apenas recibe atención mediática. En el país se están violando sistemáticamente los derechos fundamentales de las personas: derecho a la vida, a la seguridad o a la educación, entre otros, se están violando a diario.

    En diciembre de 2023 la República Democrática del Congo celebró sus últimas elecciones, en un clima de tensión y de problemas logísticos en las votaciones. Estos comicios se celebraron en un país con un historial de citas electorales que tienen riesgo de volverse violentas. Esto se unió, como hemos mencionado anteriormente a la reanudación de las hostilidades en la parte oriental del país desde octubre de 2023, que desplazaron de sus hogares al menos a 500.000 personas.

    




Conflicto Palestino - Israelí


El conflicto entre Palestina e Israel, explicado en 10 minutos | EL PAÍS



EL APARTHEID ISRAELÍ CONTRA LA 

POBLACIÓN PALESTINA


    "Israel no es un Estado de toda su ciudadanía [...] sino el Estado nación del pueblo judío y únicamente de éste”.Mensaje publicado en Internet en marzo de 2019 por el entonces primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. 

    El 18 de mayo de 2021, palestinos y palestinas de varias ciudades y pueblos de Israel y de la Cisjordania y la Franja de Gaza ocupadas cerraron sus oficinas, comercios, restaurantes y escuelas, abandonaron las obras de construcción y se negaron a presentarse en el trabajo durante toda la jornada. En una exhibición de unidad que no se había visto en décadas, desafiaron la fragmentación territorial y la segregación a la que están sometidos en su vida cotidiana y llevaron a cabo una huelga general para protestar por la represión común que sufrían a manos de Israel. 

    La huelga fue desencadenada por el plan de las autoridades israelíes de desahuciar a siete familias palestinas de sus casas en Sheikh Jarrah, barrio residencial palestino cerca del casco antiguo de Jerusalén Oriental que ha sido blanco en más de una ocasión de la sostenida campaña de Israel para ampliar los asentamientos ilegales y trasladar a colonos judíos. 

    Para detener los desalojos, las familias palestinas lanzaron una campaña en las redes sociales con la etiqueta #SaveSheikhJarrah (Salven Sheikh Jarrah) que logró atraer la atención de todo el mundo y movilizó a la población para protestar en el terreno. Las fuerzas de seguridad israelíes respondieron a las protestas con la misma fuerza excesiva que vienen empleando desde hace décadas para sofocar la disidencia palestina. Detuvieron arbitrariamente a personas que se manifestaban de forma pacífica, lanzaron granadas sónicas y aturdidoras contra la multitud, la dispersaron con fuerza excesiva y agua fétida, y dispararon granadas paralizantes a fieles y manifestantes reunidos en el recinto de la mezquita de Al Aqsa. 

    La brutal represión generó una oleada de solidaridad en otros lugares de los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) y entre los ciudadanos y ciudadanas palestinos de Israel, al otro lado de la línea verde (la línea de demarcación establecida en los Acuerdos de Armisticio de 1949 entre Israel y sus vecinos que sirvió de frontera de facto del Estado de Israel hasta 1967). 

    En Israel, las fuerzas policiales orquestaron una campaña de discriminación contra los ciudadanos y ciudadanas palestinos en la que recurrieron a detenciones arbitrarias masivas de personas que se manifestaban pacíficamente y al uso de fuerza ilegítima contra ellas, al mismo tiempo que no las protegían de los ataques organizados de personas judías tras el estallido de la violencia entre comunidades. Mientras tanto, el 10 de mayo estallaron hostilidades armadas cuando grupos armados palestinos lanzaron indiscriminadamente cohetes a Israel desde Gaza. Israel respondió con 11 días de despiadada ofensiva militar contra el territorio, en la que atacó viviendas sin aviso previo efectivo y dañó infraestructura esencial, lo que provocó el desplazamiento de miles de personas y la muerte y heridas a centenares. 

    De este modo, agravó la crisis humanitaria crónica causada principalmente por el largo bloqueo ilegítimo de Israel. Para gran parte de la población palestina que se sumó a la huelga general en Israel y en los TPO, estas acciones discriminatorias y represivas en Jerusalén Oriental, la Franja de Gaza y en ciudades y pueblos palestinos, así como en “ciudades mixtas” con población judía y palestina, en Israel representaban diferentes manifestaciones de un sistema general de opresión y dominación por parte de Israel. 

    Este sistema, que actúa con niveles variables de intensidad y represión en función de la condición jurídica de la población palestina de los enclaves separados en los que vive actualmente, y que viola sus derechos de diferentes modos, busca, en última instancia, establecer y mantener la hegemonía judía dondequiera que Israel ejerce un control efectivo. Salir a protestar era una expresión de unidad y de rechazo a la fragmentación del pueblo palestino impuesta por Israel. Un manifiesto publicado en las redes sociales por algunos activistas ese mismo día denunciaba las arraigadas prácticas y políticas israelíes que “trataban de convertir [a la población palestina] en sociedades diferentes, cada una de ellas separada del resto, cada una en su propia prisión ”.    





     Según el Ministerio de Salud Palestino, al menos 27.365 personas han sido asesinadas en la franja de Gaza desde el 7 de octubre. Se informa que alrededor del 70% de los muertos son mujeres y niños. Otras 66.630 personas han resultado heridas.







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